Uf…, la historia de Ángel es tan tremenda que no me queda casi espacio para contar el resto de lo que aconteció este Día de San Valentín en Texas. Joe Hardy nos envió las mezclas retocadas de The Very First One In The Drinking Line (queda de muerte) y de Como El Aceite Y El Yang. Todos (menos Ángel, claro) creemos que, salvo un par de detalles de intención, Joe lo está haciendo increíblemente bien. La del Aceite y El Yang tiene el estribillo más raro que jamás se nos ha ocurrido. A ver qué os parece.
Y lo de Austin fue grande. La ciudad es una juerga de aúpa. Vimos bolos, tiendas de todo lo que mola (Óscar se compró un par de camisas chulísimas), a la policía a caballo cerrando los bares (chapan a las dos de la mañana pero nosotros empezamos el mambo a las siete de la tarde) y comprobamos que era cierto lo que nos contaron nada más llegar. Es tradición que las chicas enseñen las tetas para conseguir un collar de colorines. Esto sale en un episodio de Monk: Sharona se emborracha y aparece a la mañana siguiente (¿a qué me recuerda esto?) con dos docenas de collares al cuello. En fin, que lo vimos y flipamos. Por la mañana, Blanco y Mikel se dedicaron a subir el video que hicimos en el hotel para que tod@s lo vierais. Los demás (Soto, Óscar, Beltrán y yo) nos fuimos al Wal Mart a comprar V-8 (esas especie de bloody mary sin vodka que beben estos carallos), cerveza y salsas tejanas para llevar a casa. De vuelta nos paramos en el restaurante y casino (¿a qué me recuerda esto?) de Clyde. Ya lo veis en las fotos: ¡tiene el puto Batmóvil aparcado ahí delante! De camino nos paramos otra vez, siguiendo las órdenes de Mikel Clemente, en unos pozos de petróleo de película. Yo intenté sentarme en la nevera portátil que compramos en una gasolinera un rato antes y la muy desgraciada se rompió y me caí de culo. ¡Vaya una manera de hacer el ridículo! Eso sí, la puesta de sol en Texas es preciosa.
Bueno, compatriotas, esto va llegando a su final. Si Ángel coge mañana el avión en Las Vegas, el martes nos vamos todos a casa de Hardy a escuchar lo que tenga currado y, de paso, beber, comer y jugar al billar. Blanco dice que ya es negro y yanqui. Los demás lo vamos intentando. Besito gigante y permaneced a la escucha, que esto promete.
Estás bébeda, Sue Ellen
¡Al Batmóvil, Robin!
El periódico del domingo
Mira por dónde pisas, cowboy
La Grange
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